Síntomas de Transformación-Evolución Cambios Corporales


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martes, 26 de febrero de 2013

ADIÓS A LA LEY DE NEWTON - seguimos estudiando como hacerlo

Nunca se ha estado tan cerca de controlar la todavía enigmática  de la gravedad como en este momento. Varios  de la , la ESA, empresas aeronáuticas y universidades están trabajando para crear una máquina antigravedad. Los resultados de sus investigaciones prueban que, en determinadas circunstancias, esta fuerza se puede modificar a voluntad.

Un disco de un material superconductor girando a gran velocidad puede haber abierto la puerta al control de la fuerza de la gravedad. Todavía no se sabe con certeza por qué, pero lo cierto es que este dispositivo modifica el peso de las cosas que se encuentran sobre él. Algo que se escapa a los actuales conocimientos de los físicos, pero que ya ha sido detectado por diversos equipos de investigadores, los últimos de ellos pertenecientes a la Agencia Espacial Europea (ESA). 

EL EXPERIMENTO PODKLETNOV 
En marzo del año pasado la ESA anunció que los doctores Martin Tajmar y Clovis de Matos habían conseguido detectar una pequeña disminución de la fuerza de la gravedad, un 0,01%, sobre uno de estos discos rotatorios. Puede parecer muy poco, pero es cien trillones de veces más de lo que sería de esperar según la Teoría de la Relatividad de Einstein (MÁS ALLÁ, 171 y 205). Se trataba sin duda de un fenómeno desconocido que podría dar las claves para controlar la fuerza de la gravedad. El experimento de la ESA reproduce con resultados mucho más modestos los obtenidos en 1992 por el científico ruso Yevgueni Podkletnov, que trabajaba en aquella época en la Universidad de Tampere (Finlandia). La reducción de peso llegó en esa ocasión al 2% y el anuncio de que se había logrado modificar la fuerza de la gravedad dio la vuelta al mundo. La publicación de esta investigación supuso una conmoción para muchos físicos. Podkletnov se encontraba realizado experimentos con materiales superconductores, que sirven para transmitir la electricidad de forma muy eficiente. Mientras trabajaba con un disco fabricado con una aleación de óxido de cobre, itrio y bario –un material superconductor que transporta la energía eléctrica de forma muy eficiente– que giraba a 5.000 revoluciones por minuto a 196 grados bajo cero, se percató de que el humo que desprendía la pipa de un colega que le estaba visitando se elevaba bruscamente al pasar por encima del disco. Después de repasar todas las posibles causas que podrían explicar la anomalía, llegó a la conclusión de que el disco generaba un efecto de apantallamiento de la gravedad, de modo que los objetos que se colocaban sobre él perdían en torno a un 2% de su peso. El investigador ruso estaba a punto de publicar las conclusiones de su trabajo en la prestigiosa revista Journal of Physics D: Applied Physics cuando el diario británico The Sunday Telegraph adelantó los resultados. Esta circunstancia generó una gran polémica, que desembocó en la retirada del artículo de Podkletnov y en sus posteriores renuncia a su plaza en la Universidad de Tampere y regreso a Rusia (MÁS ALLÁ, 99). Durante los años siguientes se supo poco de este investigador. Pero la semilla de su revolucionario descubrimiento ya había sido sembrada. Físicos teóricos como Giovanni Modanese, del prestigioso Instituto Max Planck de Física, prosiguieron sus investigaciones y proporcionaron una explicación teórica al fenómeno. Otros investigadores independientes afirmaron haber reproducido el experimento e incluso una doctora de la Universidad de Alabama (EE.UU.), Ning Li, aseguró que había predicho años antes los resultados obtenidos por Podkletnov en un trabajo teórico que relacionaba la gravedad con la rotación, los superconductores y los campos magnéticos. Pasaron los años y la mayor parte de la opinión pública se fue olvidando del anuncio realizado por el científico ruso. Como ha ocurrido en otras ocasiones con la difusión de lo que suponían avances científicos revolucionarios –como, por ejemplo, el de la fusión fría–, el escepticismo de la mayoría de los científicos respecto a algo que aparentemente supone un desafío a los pilares de la física fue apagando su eco. 





LA NASA 
Sin embargo, los hechos son tozudos: nuevos estudios han reproducido recientemente los resultados obtenidos por Podkletnov. Investigaciones de la NASA y de compañías aeronáuticas como Boeing o el consorcio británico British Aerospace han seguido buscando el control de la gravedad. En paralelo, numerosos científicos independientes han propuesto posibles caminos para lograrlo, algunos relacionados con la mecánica cuántica y otros con una nueva forma de entender la Teoría de la Relatividad. En Estados Unidos se llegó incluso a patentar el año pasado un dispositivo de antigravedad. La NASA fue de los primeros organismos que intentó seguir el camino trazado por Podkletnov. En 1996 Ron Koczor, director auxiliar para ciencia y tecnología del Laboratorio de Ciencia Espacial del Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA, situado en Huntsville (Alabama, EE.UU.) fue nombrado coordinador de la investigación sobre antigravedad. Para ponerla en marcha reclutó a varios científicos de la cercana Universidad de Alabama. Los resultados no fueron satisfactorios debido en parte a los planteamientos del equipo dirigido por Ning Li, que pretendía desarrollar un dispositivo de apantallamiento de la gravedad en lugar de reproducir simplemente el experimento del investigador ruso. Al menos en un primer momento, la NASA sólo aspiraba a comprobar si era posible reducir el peso de los cohetes en el momento del lanzamiento, lo que supondría un notable beneficio. Cuatro años después se puso en marcha el experimento Delta G, al que se destinó un presupuesto de 600.000 dólares. El propio Podkletnov fue fichado para el proyecto con la esperanza de que sus indicaciones permitieran a la empresa Superconductive Components Inc.fabricar un dispositivo similar al que había ensayado ocho años antes en la Universidad de Tampere. En esta ocasión, los resultados no fueron concluyentes porque, al parecer, los investigadores no pudieron obtener el mismo material que había utilizado el científico ruso. 

NUEVOS EXPERIMENTOS 
Los escasos resultados logrados por la NASA no impidieron que se pusiesen en marcha otros experimentos. El Gobierno británico financió una investigación, dirigida por el físico Marcus Hollingshead, para intentar reproducir el fenómeno de apantallamiento de la gravedad. Le siguió el Proyecto Greenglow, del grupo británico BAE, integrado por British Aerospace Systems y Marconi Electronic Systems, y que también concluyó sin resultados definitivos. La compañía aeronáutica Boeing recogió el testigo y comenzó a realizar sus propias investigaciones en los hangares secretos Phantom que tiene en Seattle (EE.UU.). Según la prestigiosa revista británica Jane’s Defense Weekly, el programa fue dirigido por un ex alto cargo del Ejército del Aire estadounidense. Sus resultados no han trascendido. Por el contrario, sí trascendieron, y de qué manera, los derivados de una investigación auspiciada por la ESA y desarrollada en Austria por los doctores Martin Tajmar y Clovis de Matos, del laboratorio ARC Seibersdorf: como hemos visto, Tajmar y De Matos lograron que un disco de material superconductor girando a 6.500 revoluciones por minuto redujera la fuerza de la gravedad en un 0,01%, lo que supone que una persona de 70 kg perdiera siete gramos. Para ello partieron del mismo presupuesto que Podkletnov, pero su base teórica estaba mucho más argumentada. Estas pequeñas reducciones de la gravedad son la punta de un iceberg que podría conducirnos a una nueva concepción de la fuerza descrita por Isaac Newton y a conseguir controlarla, quizá incluso para anular sus efectos en determinados momentos. 

MOTORES ANTIGRAVEDAD...ALIENÍGENAS 
Gary McKinnon, el hacker británico pendiente de ser extraditado a Estados Unidos acusado de terrorista por haber accedido a los sistemas informáticos de diversos estamentos del Gobierno de este país, como el Departamento de Defensa, la NASA, el Ejército y la Marina, manifestó que en su búsqueda de información sobre datos de los ovnis ocultados por Washington había hallado referencias a la tecnología de ovnis estrellados y a sus motores de antigravedad. 




Gary McKinnon, quien dice que hay datos sobre ovnis dotados de tecnología antigravedad en archivos oficiales de EE.UU.



LOS LIFTERS DE BROWN 
Han pasado más de 80 años desde que Thomas Townsend Brown inició sus investigaciones en su laboratorio de Zanesville (Ohio, EE.UU.). Trabajando con el doctor Paul Alfred Biefeld, descubrió que si un condensador eléctrico es sometido a una fuerte carga se desplaza hacia el polo positivo. Este hallazgo, conocido como efecto Biefeld-Brown, es la base de una serie de experimentos que parecen desafiar la ley de la gravedad. En 1952 Brown participó en el Proyecto Winterhaven, que pretendía aplicar sus descubrimientos sobre lo que se bautizó como “electrogravedad”. En este contexto desarrolló numerosos prototipos de su gravitator, que estaba integrado básicamente por grandes condensadores eléctricos a los que se aplicaba corrientes de alto voltaje, en torno a los 50.000 voltios. Estos dispositivos –la mayoría de ellos discoidales– se elevaban unos metros del suelo en medio de un resplandor azulado y emitiendo un suave zumbido. Algunos científicos adujeron que no había nada novedoso en el fenómeno, pues la aparente levitación de los discos, cuyo diámetro no era superior a un metro, se debía al viento eléctrico provocado por el elevado voltaje. Brown decidió entonces trasladarse a Francia para seguir trabajando en esta línea en la Societé Nationale de Construction Aeronautique, donde repitió sus experimentos en el vacío, lo que demostró que lo que elevaba sus discos no era el “viento” provocado por la electricidad. Sus sorprendentes hallazgos fueron clasificados secretos por el Gobierno estadounidense, y este científico, que llegó incluso a ser relacionado con el polémico y misterioso Experimento Filadelfia, acabó sus días olvidado por la mayoría. Pero su trabajo ha sobrevidido y en los últimos años ha experimentado un auge inusitado gracias a los esfuerzos de miles de personas en todo el mundo –desde físicos a estudiantes de secundaria– que han conseguido reproducir con éxito sus experimentos. La moda de los lifters ha traspasado las fronteras y se ha convertido en todo un fenómeno de ciencia popular. 

APLICACIONES MILITARES 
Investigadores como el estadounidense Tim Ventura, posiblemente el divulgador más conocido de la antigravedad gracias a su destacada labor a través de su sitio en Internet, o el francés Jean-Louis Naudin han puesto en marcha muchas mejoras en el marco de la electrogravedad, que podría estar siendo aplicada hoy en algunos de los más avanzados aviones militares. En 1992 la revista Aviation Week and Space Technology publicó un artículo en el que aseguraba que cuando el bombardero B-2 (un prototipo secreto en aquel momento) se encontraba volando se producía una diferencia de potencial eléctrico entre el cuerpo, en forma de ala, y el chorro de gases de escape de nada menos que 15 millones de voltios, lo que debería implicar, según los trabajos de Townsend Brown, la creación de un campo gravitatorio que generaría un impulso capaz de mover al avión o al menos de participar en su desplazamiento. Años después corrieron rumores similares respecto al avión F-117. Sin embargo, los dispositivos basados en el efecto Biefeld-Brown tienen una grave limitación: un rendimiento muy bajo. Emplean grandes superficies de condensador y voltajes de cientos de miles de voltios y apenas se produce el impulso suficiente para elevar prototipos de unos pocos cientos de gramos. La solución para encontrar algún día la máquina antigravedad que permita una utilidad práctica estará basada probablemente en otro tipo de técnica. 

LA CURVATURA DEL ESPACIO 
Parece que ya existen esas otras vías, o al menos hay investigadores que afirman haberlo conseguido. John Searl es uno de estos inventores de aparatos antigravedad cuyos resultados, que resulta muy difícil reproducir, parecen ser extrañamente positivos. Este inventor británico lleva desde 1960 desarrollando ingenios, como el SEG o el IGV, basados en los efectos de electroimanes que rotan a altas velocidades. Otros inventores, como Marcus Hollingshead o el doctor Paul Brown, se basan en un principio similar. En todos los casos, cuando tienen éxito, los experimentos provocan la liberación de una fuerza antigravitatoria cuya energía es muy superior a la empleada para poner en marcha el sistema. Unos pocos cientos de vatios provocan la liberación de una energía gravitatoria equivalente a varias toneladas. En otras palabras, se obtiene más energía de la que se ha gastado, lo que contradice uno de los principios básicos de la física convencional. Tim Ventura sugiere como explicación que este tipo de dispositivos provocan una modificación de la geometría del espacio-tiempo y generan así una región del espacio con una curvatura ligeramente diferente a la de su entorno, por lo que el exceso de energía resultante procede del espacio circundante, que “empuja” los cuerpos que se encuentran en la zona anómala. Para comprenderlo, imaginemos un globo que al ser inflado con helio experimenta un empuje hacia arriba y asciende, atravesando la atmósfera, hasta llegar a un punto de equilibrio. La fuerza que lo hace ascender deriva del peso de la atmósfera en el caso del globo, mientras que en el caso de un dispositivo antigravedad que ha cambiado la curvatura del espacio el empuje proviene de la zona del espacio que tiene una curvatura algo diferente. Todavía no se conoce el motivo por el que se modifica la curvatura del espacio, pero en muchos casos parece estar relacionado con un movimiento de rotación combinado con campos electromagnéticos. Es lo que ocurre con el dispositivo de Searl, pero también con el de Podkletnov y con un experimento de modificación de la atracción gravitatoria realizado por científicos japoneses. Hideo Hayasaka y Sakae Takeuchi, de la Universidad de Tohoku, utilizaron unos pequeños giroscopios mecánicos que rotaban a gran velocidad, 13.000 revoluciones por minuto. Cuando el movimiento se producía en el sentido de las agujas del reloj no había ningún cambio aparente, pero si era en el sentido contrario se daba una disminución de casi un 0,01% del peso, suficiente para ser detectada sin lugar a dudas. Otras posibles explicaciones para los diversos experimentos en los que se han detectado anomalías en la fuerza de gravedad incluyen desde la mecánica cuántica y la posibilidad de crear escudos que impidan el paso de gravitones a la existencia de una relación entre la gravedad y las fuerzas electromagnéticas, sospechada pero nunca probada por Einstein. Aunque no se conocen todos los detalles de muchas de las investigaciones para controlar la gravedad, pues tienen un carácter secreto por intereses militares o económicos, cada vez hay más empresas privadas sumidas en esta carrera. La hora de la máquina antigravedad puede estar muy próxima. 

¿SABÍAS QUE...


El físico brasileño Fran de Aquino planteó en 1999 que, en determinadas circunstancias, las ondas eléctricas de muy baja frecuencia pueden ser utilizadas para crear un escudo antigravedad? Después de casi tres años de investigación –al parecer, seguida muy de cerca por el ejército de su país–, publicó que había conseguido elevar una carga de 90 kg. 

EL PODER DEL SONIDO: AYER Y HOY 
Las ondas sonoras pueden hacer levitar a un objeto. Este sorprendente fenómeno aparece recogido en multitud de antiguas tradiciones y se ha convertido en realidad gracias a las cámaras de levitación acústica inventadas hace veinte años por el físico y artista David Deak. Los objetos pequeños se elevan en su interior por efecto de la resonancia de las ondas sonoras. Por su parte, otros investigadores han desarrollado unidades piezoeléctricas que, al vibrar a 2.500 hz, manifiestan un efecto repulsivo que hace levitar también piezas de tamaño reducido. 



Experimentos para vencer la ley de gravedad mediante ondas sonoras según el descubrimiento de David Deak.



LA CAMPANA NAZI: EL ARMA SECRETA DE HITLER 
Una empresa estadounidense dedicada al desarrollo de equipos militares podría haber conseguido reproducir el funcionamiento de una de las tecnologías más enigmáticas de la II Guerra Mundial: la campana nazi, un extraño dispositivo que, por suerte para los aliados, nunca llegó a funcionar correctamente. Nick Cook, editor de la revista Jane’s Defense Weekly y autor del libro The Hunt for Zero Point (La caza del punto cero) lo describe como un dispositivo compuesto por dos contenedores cilíndricos, colocados uno sobre el otro y mantenidos a temperaturas muy bajas, que al girar creaban una serie de efectos electromagnéticos y gravitatorios. Cook coincide con Joseph Farell, autor del libro SS Brotherhood of the Bell (La hermandad SS de la campana), en que estos experimentos, realizados en un campo de pruebas en Polonia y dirigidos por el general de las SS Hans Kammler, ocasionaron la muerte en misteriosas circunstancias de varias personas a causa de un extraño mal que, al parecer, estaba provocado por la campana. Tim Ventura asegura que la compañía Scientific Applications Research Associates (SARA) ha conseguido replicar los elementos básicos de la campana nazi y ha superado con éxito las primeras pruebas, en las que se han apreciado efectos de propulsión y de antigravedad. En una entrevista mantenida por Ventura con John Dering, uno de los responsables científicos de la empresa, éste reconoció el éxito obtenido y precisó que los 
resultados no podían ser explicados a través de la mecánica cuántica, pero sí tal vez por una teoría del campo unificado que ampliase la Teoría de la Relatividad deEinstein. Durante estos experimentos no se produjeron daños personales, como se dice que pasó con las pruebas alemanas, pero varios de los operarios sufrieron náuseas. Después de estas informaciones, los responsables de SARA se negaron a hacer cualquier nueva declaración y sus investigaciones fueron declaradas secretas. 



Aquí se experimentó, al parecer, con la campana nazi.



EL DATO 
Boris Volfson tiene registrada desde noviembre de 2005 la patente de una máquina antigravedad. Según consta en la patente número 6.960.975, se trata de una nave espacial de antigravedad que es accionada por un escudo superconductor que codifica el continuo espacio-tiempo. 

LA TEORÍA DE FELBER 
Un objeto que viaje a una velocidad equivalente al 57% de la de la luz genera un campo gravitatorio, según el físico estadounidense Franklin Felber. Esteinvestigador, que asegura haber encontrado una solución matemática que permitirá realizar viajes interestelares empleando tecnología de antigravedad, espera poder 
demostrar su hipótesis en uno o dos años gracias a los túneles de protones que se han construido en varios laboratorios. 



Felber apuesta por aproximarse a la velocidad de la luz para vencer la gravedad.


PLATAFORMAS DE LEVITACIÓN: TECNOLOGÍA BIOLÓGICA 
UEl científico y naturalista ruso Víktor S. Grebennikov aseguró haber inventado en 1998 una plataforma de levitación capaz de elevar a una persona utilizando las propiedades antigravitatorias que creía haber encontrado en la quitina presente en el caparazón que recubre a los crustáceos, los arácnidos y ciertas especies de insectos. El descubrimiento tuvo lugar mientras observaba el comportamiento de unos insectos y, según dijo, el fenómeno estaba acompañado de una invisibilidad parcial o, en todo caso, de una variación de la percepción visual de la materia que se encontraba en la zona de “compensación gravitatoria”. Al parecer, estos efectos estaban provocados por la estructura de las cavidades formadas por la quitina, que generaban ondas de resonancia. Por extraño que parezca, este investigador aplicó sus principios a una plataforma y aseguró que ésta se había elevado en varias ocasiones mientras se desplazaba a unos 25 km por hora. Grebennikov falleció en 2001 y se llevó su invento a la tumba, pero dejó unas curiosas fotografías en las que parece a los mandos de sus plataformas en pleno vuelo. 



Viktor S.Grebennikov ha experimentado con la quitina presente en el caparazón de algunos insectos.


LA CURIOSIDAD 
BEl bismuto tiene una serie de propiedades que parecen conferirle cierta capacidad de interaccionar de forma sorprende con la fuerza gravitatoria. Henry Wallace, un ingeniero estadounidense, descubrió que un proyectil fabricado con bismuto que girase a gran velocidad llegaría a una distancia mayor de lo que le correspondería según la mecánica newtoniana. El enigmático elemento 115 (MÁS ALLÁ, 207), que,según el supuesto trabajador de la base secreta de EE.UU. en el Área 51 Bob Lazar, constituye la clave del sistema de propulsión de las naves extraterrestres, compartenumerosas propiedades químicas con el bismuto. 


FUENTE 

Contador GEOCONTER